"Es absurdo y enfermizo que en Rusia se equipare a Stalin con un dios"
La Rusia stalinista es el escenario elegido por Yuri Buida para El tren cero, un novela que encierra una crítica al régimen de Stalin y sobre la que la figura de su padre, que vivió la guerra y la cárcel durante la época soviética, ha ejercido una importante influencia. El autor, ganó el premio Apollon Grigoriev en 1999 por la colección de relatos cortos La novia Prusa.
¿Qué rasgos personales de Yuri Buida puede encontrar el lector en El Tren Cero?
Todo lo que soy yo está en esta novela. Si no, el libro no sale. Por supuesto, que dentro de ese todo hay partes más importantes y más personales, es decir, esos matices que dan color a la obra. Los personajes que aparecen son las personas que he conocido a lo largo de mi vida. Diría que el protagonista de la obra, más que cualquier otra persona que haya podido conocer, es mi padre.
¿Por qué la figura de su padre ha sido una influencia importante a la hora de crear al personaje principal?
Mi padre creía en muchas de las ideas soviéticas. Para él, la destrucción de todos los conceptos que mantenían el país a flote supuso una tragedia personal. El protagonista de este libro no es mi padre, pero podría haberlo sido. Él vivió la época stalinista y una vez, le pregunté por qué nunca había luchado contra Stalin. Me contestó que fue un oficial de su ejército y también su prisionero, pero que había conseguido sobrevivirlo. Mi padre, tal y como él decía, perdió muchas cosas, pero no se perdió a sí mismo, a pesar de todas las experiencias dolorosas que vivió.
¿Cuál es la crítica al stalinismo que encierra la novela?
Me gustaría que el lector comprendiese que Stalin somos nosotros. Él murió, pero el stalinismo vive y vivirá durante muchos años más. Millones de personas creen que los tiempos de Stalin no solo eran las cárceles o los campos de concentración. Era la reconstrucción de un país, la victoria sobre Hitler, era un país enorme en el sentido industrial. Hay mucha gente que relaciona todos estos logros directamente con la persona del líder soviético, olvidando el simple hecho de que los que lo llevaron a cabo, en realidad, fueron 300 millones de personas de la calle. Simplificando al máximo este planteamiento, es la gente que piensa: nosotros somos nada, Stalin es todo. A pesar de todo, esta persona hizo muchas cosas, pero sin esos millones de ciudadanos no hubiera hecho nada.
¿Cuál es su visión personal de esta etapa de la época soviética?
Considero que en la mentalidad tradicional rusa, al igual que en la católica o protestante, existe la idea de que el ser humano no vale por sí mismo, y que se hace valer cuando forma parte de un total y cuando está sometido a una fuerza superior. En Rusia todo esto es bastante más enfermizo y más absurdo sobre todo si nos imaginamos que Stalin y dios es lo mismo. Esta idea, como base parece que no está tan mal, pero se convierte en algo completamente antinatural, antihumano y erróneo.
Los personajes forman un grupo sumiso, cuya vida gira en torno al cuidado del tren. ¿Nunca pensó en hacer que se rebelasen contra su situación?
En realidad, este tren no da ninguna razón para la rebelión. No mata a nadie. Además, da trabajo a los personajes y les pagan por ello, tienen un futuro. Es lo que defino como el terror de la historia porque rara vez podemos entender qué nos está pasando justo en ese momento. Por ejemplo, he hablado con gente de muchos países europeos y me he dado cuenta de que la gente no entiende lo que pasó realmente en Rusia en aquella época. Dicen que la Constitución que promulgó Stalin es horrible, y lo es, pero mi madre, a sus 18 años corría por las calles junto a sus amigos gritando "¡viva Stalin!". Pienso que hablar de esa época solo puede hacerse captando la metafísica de ese tiempo.
¿Qué simboliza el tren cero?
Sinceramente, en el momento de escribir el libro no lo estuve pensando. Es la historia que transcurre hacia adelante. No sabemos qué hay dentro de estos vagones, algo que puede llevar a no entender esta historia, ni su contenido. Cada personaje invierte en este relato su vida personal. Es la ley que todo el mundo tiene que respetar, porque miles de personas están al servicio del tren. Ni siquiera se les pasa por la cabeza la idea de pararlo. Cualquier persona que lea el libro está autorizada para dar su opinión, De hecho, al atreverse con este ejercicio, montará en este tren.